Manifiesto de un archivo creciente

Reflexiones sobre el Archivo cinematográfico José Antonio Portugal

Por: Edward De Ybarra

Implicarse en un archivo es hundirse con los materiales que le dan forma. Hundirse junto a ellos en su devenir en el tiempo, que tarde o temprano transformará su condición de materia orgánica. Por lo tanto, abrazar la formación de un archivo es abrazar una fuga inevitable, teniendo en cuenta que el tiempo pasa, nos atraviesa y nos acaba. Es posible ver en el archivo el reflejo de nuestra propia fuga, de nuestra volátil transformación en fantasmas.

El tiempo eventualmente se lleva las imágenes de los frames, quiebra los soportes donde se posaron las películas o carcome la consistencia de los documentos. La velocidad de esta natural degradación depende de diversos factores y en el Perú se acelera. Por desidia, omisión o cinismo hay fuerzas que inclinan el terreno hacia el abismo de la desmemoria. A causa de ello, buena parte de nuestro cine es una sucesión fantasmal de desapariciones. Por lo tanto, abrazar la formación de un archivo es resistirse al olvido. 

La multifacética obra de José Antonio Portugal hay que recordarla. Porque recordar es una forma de justicia. Su quehacer atraviesa 50 años de cine peruano, tiempo que se manifiesta de diversas maneras en el cúmulo de materialidades que juntó y cuidó durante este tiempo.  Podemos llamar “fondo” a ese conjunto de películas, documentos y objetos que fue guardando de manera orgánica, aunque fragmentaria. 

En dicho fondo se sedimentan señales del ecosistema que hizo posible su obra, los rastros de la colectividad que ayudó a definir sus bordes, las limitaciones que jugaron en su contra, las hazañas que realizó o los afectos que le sostuvieron. En estos términos, dar forma de archivo a tales materialidades es una expresión de justo agradecimiento a alguien que ha dedicado la mayor parte de su vida a movilizar cine en el Perú; empujando desde la programación, la gestión cultural, la crítica cinematográfica, la realización y la docencia.

Victoria Arias Pumacallao y quien escribe aceptamos la labor de crear este archivo como parte de nuestro trabajo en Asociación Cultural Bulla. Llevamos en esto desde 2014 y tenemos presente que seguiremos acompañando su devenir indefinidamente. Para hacerlo viable lo vinculamos a dos proyectos que gestionamos junto a otros compañerxs: el “Corriente: Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción” y la “Red de Archivos Fílmicos del Sur Peruano”. 

Para dar forma a este archivo fue necesario tejer relaciones entre los materiales de dicho fondo y poner en relación ese tejido con la comunidad y el ecosistema cinematográfico del presente. Tejer esas relaciones toma tiempo, requiere de conocer a fondo la fibra de cada material, aprender a hilar varias capas y reconocer las ausencias, es decir, advertir que hay partes que faltan y que quizá se perdieron para siempre. 

Para ello hay que investigar, registrar, inspeccionar, describir, diagnosticar, catalogar, clasificar, conservar, medir humedades y temperaturas, modelar datos, lidiar con las bondades y amenazas del paisaje, rehacer aparatos, encender maquinarias del pasado, digitalizar, restaurar, escribir políticas, transmutar superficies, activar proyecciones, diseñar formas de habitar el archivo e imaginar maneras de expandirlo. Tuvimos que aprenderlo y seguimos aprendiendo en compañía de varias personas que han colaborado con nosotros en este proceso. 

Tejer un archivo es también tejer posibilidades hacia el futuro, que en este caso nos aguardan en rollos de películas, cintas magnéticas, recortes de periódicos, fotografías, afiches o discos duros…

Un archivo cinematográfico es un lugar fascinante, donde todas las caras del cine pueden manifestar sus bordes y distintas aristas. Un archivo puede ser una escuela, un cuarto oscuro, un laboratorio, un lugar de agitación y contagio. ¿Qué no puede ser un archivo? En nuestro caso es también una habitación de una casa ubicada en Arequipa, en las faldas del volcán Chachani. La habitación más fría, de microclima estable, que no recibe luz directa del sol en ningún momento del día, que identificamos más alejada de la humedad y que cuenta con buena ventilación.

Y para que los materiales del archivo resistan en el tiempo hemos adquirido, rescatado, mandado hacer o implementado diversos muebles, aparatos y herramientas. Varias repisas, una planoteca, rebobinadoras de varios tamaños, proyectores, empalmadoras, núcleos, envases, carretes y otras varias piezas que dan forma física a este archivo creciente. 

La viga que ha sostenido todo este trabajo es el vínculo de amistad, respeto y confianza que compartimos con José Antonio Portugal desde 2014. Lo que significa que para este archivo es fundamental cuidar lo afectivo. Gracias a ello, de manera progresiva en los últimos 10 años hemos recibido de sus manos 310 materiales, que hemos clasificado así:

• 5 películas de acetato de Super 8 mm.
• 8 películas de acetato de 16 mm.
• 5 películas de acetato de 35 mm.
• 3 cintas magnéticas de tipo VHS.
• 2 cintas magnéticas de sonido.
• 10 cintas magnéticas de tipo Mini DV.
• 28 DVDs con contenido audiovisual.
• 2 CDs con contenido sonoro.
• 6 afiches.
• 35 recortes o muestras de prensa escrita.
• 4 ejemplares de revistas.
• 12 certificados, reconocimientos o diplomas.
• 3 tiras de negativos fotográficos.
• 114 fotografías.
• 2 dibujos.
• 5 documentos de identidad.
• 8 carnets o tarjetas de identificación.
• 7 credenciales.
• 9 correspondencias.
• 13 folletos informativos sobre películas.
• 11 folletos o programas de actividades formativas.
• 18 folletos, invitaciones o programas de muestras.

Este inventario sin duda seguirá creciendo conforme se desarrolle nuestra capacidad de acoger lo que José Antonio aún no pudo entregarnos.

Finalmente como muestra del archivo, compartimos algunas imágenes de los materiales que lo conforman. Cada uno contiene su propia historia y puede desplegar relatos, poéticas, conjeturas o memorias sobre la obra de José Antonio Portugal y sobre 50 años de cine en el Perú.